2014-04-25
Con
ocasión de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, el Papa Francisco
envió un video mensaje al pueblo polaco, retransmitido por la televisión y la
radio nacional de Polonia.
¡Queridos
compatriotas de Juan Pablo II!
Ya
está cerca la canonización de aquél gran hombre y Papa que ha pasado a la
historia con el nombre de Juan Pablo II. Soy feliz de haber sido llamado a
proclamar su santidad el próximo Domingo de la Divina Misericordia, como
conclusión de la Octava de Pascua. Estoy agradecido a Juan Pablo II, como todos
los miembros del Pueblo de Dios, por su incansable servicio, su guía espiritual,
por haber introducido a la Iglesia en el tercer milenio de la fe y por su
extraordinario testimonio de santidad.
El
Papa Benedicto XVI notó justamente, tres años atrás, el día de la beatificación
de su Predecesor, que aquello que Juan Pablo II pedía a todos, es decir, no
tener miedo y de abrir de par en par las puertas a Cristo, él mismo lo hizo
primero: “abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y
económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante – fuerza que le venía de
Dios – una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe,
de amor y de coraje apostólico, acompañado por una gran carga humana, este
ejemplar hijo de la Nación Polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no
tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del
Evangelio. En una palabra: nos ha ayudado a no tener miedo a la verdad, porque
la verdad es garantía de la libertad” (Homilía, 01 de mayo de 2011). Me
identifico plenamente con estas palabras de Benedicto XVI.
Todos
sabemos que, antes de recorrer los caminos del mundo, Karol Wojtyla creció al
servicio de Cristo y de la Iglesia en su patria, Polonia. Allí se formó su
corazón, corazón que después se dilató a la misión universal, antes
participando en el Concilio Vaticano II, y sobre todo después del 16 de octubre
de 1978, porque en él encontraron lugar todas las naciones, las lenguas y las
culturas. Juan Pablo II “se dio todo a todos”.
Agradezco
al pueblo polaco y a la Iglesia de Polonia por el don de Juan Pablo II. Todos
fuimos enriquecidos por este don. Juan Pablo II continúa a inspirarnos. Nos
inspiran sus palabras, sus escritos, sus gestos, su estilo de servicio. Nos
inspira su sufrimiento vivido con esperanza heroica. Nos inspira su total
confiarse en Cristo, Redentor del hombre, y en la Madre de Dios.
Durante
la reciente visita ad limina Apostolorum
de los Obispos polacos, he subrayado que la Iglesia en Polonia continúa
teniendo grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad, y de práctica
cristiana. Puse también de relieve los desafíos pastorales como la familia, los
jóvenes, los pobres y las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Espero que la canonización de Juan Pablo II y también de Juan XXIII dé un nuevo
impulso al trabajo cotidiano y perseverante de la Iglesia en su patria. Me
alegro del hecho que, si Dios quiere, dentro de dos años visitaré por primera
vez su país en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud 2016.
Invito
a todos a vivir profundamente la canonización del beato Juan Pablo II y del
beato Juan XXIII. Algunos de ustedes vendrán a Roma, pero gracias a los Medios
de comunicación muchísimos podrán participar de este gran evento. Por eso, ya
desde hoy, quiero agradecer a todos los periodistas de diarios, radio y
televisión por el servicio a la canonización del 27 de abril.
Saludo
a todos los compatriotas de Juan Pablo II, también a aquellos que no pertenecen
a la Iglesia católica. Los llevo a todos en mi corazón. ¡Dios los bendiga a
todos!
Opus Dei, Vigo