ReL 18 abril 2016
En el vuelo de vuelta desde la isla griega de
Lesbos, donde el Papa Francisco este pasado sábado compartió unas horas llenas
de gestos emotivos con los miles de inmigrantes y refugiados que allí esperan
ser acogidos en la Unión Europea, el Papa respondió, como acostumbra, a las
preguntas de los periodistas que le acompañaban. Éstos le preguntaron en la
rueda de prensa en el avión acerca del viaje, de las capacidades de Europa para
acoger a todo el sufrimiento del mundo, algo sobre política norteamericana
(acerca del candidato demócrata Bernie Sanders) y sobre su reciente exhortación
apostólica "Amoris Laetitia", específicamente sobre la comunión de
los divorciados.
Francisco
expresó que la insistencia mediática sobre la comunión de los divorciados le da
"un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan
cuenta de que no es ese el problema importante", que es la crisis del
matrimonio y la familia en general.
Estas
son las preguntas que hicieron los periodistas y las respuestas del Pontífice:
- Usted habla mucho de acogida pero demasiado
poco sobre integración. Al ver lo que está sucediendo en Europa (muchas
ciudades con barrios-guetos, migrantes musulmanes que no logran integrarse a
los valores occidentales), ¿no sería más útil privilegiar a los migrantes
cristianos? ¿Por qué decidió traer consigo a tres familias musulmanas?
- No
tomé ninguna decisión entre cristianos y musulmanes; estas tres familias tenían
los documentos en regla y se podía hacer. Había dos familias cristianas que no
tenían los documentos en regla... No es un privilegio, todos son hijos de Dios.
Sobre la integración, usted dijo una palabra que en
nuestra cultura actual parece haber sido olvidada después de la guerra: ¡hoy en
día existen guetos! Y algunos de los terroristas que han perpetrado atentados
son hijos y nietos de personas nacidas en el país, en Europa. ¿Qué es lo que ha
sucedido? No ha habido una política de integración, y esto, para mí, es
fundamental a tal punto que si usted se fija en la exhortación post-sinodal
sobre la familia hay una parte sobre la integración para las familias en
dificultades. Europa debe recobrar esta capacidad de integrar, han llegado
muchas personas nómadas y han enriquecido su cultura. Se necesita integración.
-Se habla de vigilancia y de reforzar las
fronteras europeas. ¿Es el final de Shengen y del sueño europeo?
-No lo
sé, pero comprendo que los pueblos tengan cierto miedo. Lo comprendo. Debemos
tener una gran responsabilidad en la acogida, y uno de los aspectos es
justamente cómo integrar a estas personas. Siempre he dicho que hacer muros no
es una solución; en el siglo pasado vimos la caída de uno... No se resuelve
nada. Debemos hacer puentes, pero los puentes se hacen inteligentemente, con el
diálogo, la integración.
Yo comprendo cierto temor, pero cerrar las fronteras no
resuelve nada, porque la clausura, a la larga, daña al propio pueblo, y Europa
debe hacer urgentemente políticas de acogida, de integración, de crecimiento,
de trabajo y de reforma de la economía. Todas estas cosas son ‘puentes´ que nos
permitirán no hacer muros
Después de lo que he visto, de lo que ustedes han visto,
en ese campo de refugiados, daban ganas de llorar. Traje unos dibujos para
mostrárselos. ¿Qué quieren estos niños? Paz. Es cierto que en el campo no
tienen cursos de educación, pero, ¿qué han visto estos niños? Este es un dibujo
en el que se ve a un niño que se ahoga. Esto lo tienen en el corazón; hoy, de
verdad, daban ganas de llorar. Recuerdan esto. Uno dibujó al sol llorando. Pero
si el sol es capaz de llorar, también a nosotros nos hará bien una lágrima.
-¿Por qué usted no hace diferencia entre
quienes huyen de la guerra y quienes huyen del hambre? ¿Europa puede acoger
toda la miseria del mundo?
- Hoy
en mi discurso dije que algunos huyen de las guerras y otros del hambre. Ambos
son efecto de la explotación. Explotación de la tierra: me decía un jefe de
gobierno de África que la primera decisión de su gobierno había sido la
reforestación, porque la tierra se había muerto por la explotación de los
bosques. Hay que hacer obras buenas tanto para quienes huyen de las guerras
como para quienes huyen del hambre. Yo invitaría a los traficantes de armas (en
Siria, por ejemplo, ¿quién les da las armas a esos grupos?) a que pasaran un
día en ese campo de refugiados. Creo que sería saludable para ellos.
-Usted dijo esta mañana que era un viaje
triste, conmovedor. Pero algo ha cambiado, porque hay doce personas a bordo, un
pequeño gesto de frente a quienes miran hacia otro lado...
- Hago
un plagio y no respondo con una frase mía. Le preguntaron a la Madre Teresa de
Calcuta: ¿por qué tanto esfuerzo y tanto trabajo solo para acompañar a las
personas a morir? Y ella: es una gota de agua en el mar, pero después de esta
gota, el mar ya no será el mismo. Es un pequeño gesto, pero esos pequeños
gestos que todos nosotros, hombres y mujeres, debemos hacer para tender la mano
a los que lo necesitan.
-Hemos venido a un país de inmigración, pero
también de política económica de austeridad. ¿Usted tiene un pensamiento
económico de austeridad?
-La
palabra austeridad tiene diferentes significados: económicamente significa un
capítulo de un programa; políticamente es otra cosa; espiritualmente es otra
cosa. Cuando yo hablo de austeridad me refiero a la comparación con el
desperdicio. Escuché en la FAO que con la comida desperdiciada se podría
resolver el hambre en el mundo, y nosotros, en nuestra casa, ¡cuántos
desperdicios hacemos sin quererlo! Es esta la cultura del descarte y del
desperdicio. Uso la austeridad en sentido cristiano.
-Hoy por la mañana se reunió con el candidato
demócrata estadounidense Bernie Sanders. ¿Quiso inmiscuirse en la política
estadounidense?
- Esta
mañana [el sábado 16], mientras salía, estaba el senador Sanders, que vino al congreso
sobre la "Centesimus annus".
Él sabía que yo salía a esa hora y tuvo la gentileza de venir a saludarme, él
con su esposa y otra pareja que se estaba quedando en Santa Marta, como todos
los miembros del congreso. Cuando bajé a saludarlo, nada más un apretón de
manos. Esto se llama educación, no mezclarse en la política. Si alguien cree
que saludar es inmiscuirse en la política, le recomiendo que se busque a un
psiquiatra.
[Sanders
habló de Francisco en este vídeo]
-Quisiera hacer una pregunta sobre la
exhortación «Amoris laetitia»: como usted bien sabe ha habido muchas
discusiones sobre uno de los puntos: algunos sostienen que no ha cambiado nada
para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos;
otros sostienen que ha cambiado mucho y que hay muchas nuevas aperturas. ¿Hay
nuevas posibilidades concretas o no?
-Yo
puedo decir que sí. Pero sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo
que lean la presentación del documento que hizo el cardenal Schönborn, que es un
gran teólogo y que ha trabajado en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
-¿Por qué puso en una nota y no en el texto
la referencia al acceso a los sacramentos?
-Escuche,
uno de los últimos Papas, hablando sobre el Concilio, dijo que había dos concilios:
el Vaticano II, en San Pedro, y el de los medios de comunicación. Cuando
convoqué al primer Sínodo, la gran preocupación de la mayor parte de los medios
era:¿podrán comulgar los divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy
santo, esto me dio un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos
medios no se dan cuenta de que no es ese el problema importante. La familia
está en crisis, los jóvenes ya no quieren casarse, hay una disminución de la
natalidad en Europa que es para llorar, la falta de trabajo, los niños crecen
solos... Estos son los grandes problemas. No me acuerdo de esa nota, pero si
está en una nota es porque se trata de una cita de la «Evangelii gaudium».
Opus Dei, Vigo